Barco de papel
- La Galletita de Corrospum
- 15 jul 2020
- 2 Min. de lectura
Vámonos, toma tus cosas, te espero en el barco de papel que construí, nos iremos por mar hacia las costas del país. Vámonos por el 2004, cuando era una niña aun, cuando ya habían roto muchos de mis sueños, pero aún tenía ganas de vivir, vámonos a las piscinas de Moquegua, juguemos a que somos sirenas y podemos ver un mundo no descubierto bajo del agua.
Vayamos por el 2007, regresemos a la primaria, cuando la ilusión más grande era agradarle al niño que te gustaba y el dolor más profundo era una burla por cómo te arreglabas el cabello, en ese momento era una enorme alegría y decepción.
Partimos de prisa, el barco de papel se desmorona, prometo que podremos encontrarnos de nuevo en estos viajes, prometo que podremos recordar lo que aprendimos de los golpes que nos dio la vida. Qué tal si vamos a 2011, secundaria, lo más importante es entrar a la universidad y tener una cara bonita, lo peor podría ser que a alguien se le ocurra burlarse de mi cuerpo. En ese momento fue el fin del mundo cuando lo hicieron ¿verdad?, pero ya paso, ya no importa, ahora son cicatrices.
Visitemos 2015, enamorémonos de nuevo, siente lo que es ilusión al ver unos ojos marrones, vuela al ver sonrisas. Lloremos cuando nos dimos cuenta que el exterior no lo era todo, cuando notamos que teníamos ansiedad, que no era normal vivir con ganas de morirte todo el día.
Apurémonos, cada vez estamos más cerca del final, el barco ha empezado a humedecerse, no creo que resista más. Pasemos a 2016, cuando la tinta se volvió parte de tu cuerpo, cuando decidiste marcar un nuevo comienzo, cuando te prometiste que no te avergonzarías de lo que eres. Cuando empezaste a tomar todo lo anterior con valentía, ese año en el que empezaste a conocerte, a ser fuerte. Cuando tu sonrisa ya no era tan radiante, cuando tus ojos se tornaron tristes.
El barco se ha hundido, estamos aquí de nuevo, frente a la ventana admirando el paisaje, sintiendo el frió y el ambiente gris. Fue un viaje tan breve, después de haber vivido todos estos años disfrutando de la perfección de lo imperfecto, veo muchos trofeos y derrotas, ninguno tangible.
Nada resulto ser como esperábamos.
Me derrito, me disuelvo, desaparezco. El piso quema mis pies, el techo oprime mi alma, las ventanas son demasiado oscuras, veo todo tan lejano. Hubo un tiempo de parques y resbalones, uno de parques y alcohol; y ahora uno de parques y escudos. Días de fotos, de libros, de música. Si fuera tan fácil volver a esos días, si fuera tan fácil sanar corazones y recuperar almas.
Si tan solo… Pero la realidad es otra, el tiempo enseña y pasa rápido, cuando menos lo noté me quedé sola en el barco de papel en medio del océano, la lluvia cayó y lo destruyó.
Quedé inconsciente, latente, sin rumbo, perdida. Mi mente turbada, mis pensamientos se cruzan, se entrelazan, se retuercen. Oigo el silencio, los latidos de mi corazón, el choque de mis reflexiones. Cuan pálida he quedado, zarandeada por las olas, despeinada por el viento y con las mejillas mojadas.
Hoy me quedo en algún lugar desconocido de mí, me hallo conociendo y reconociendo.
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