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Mejor muero yo

  • Foto del escritor: La Galletita de Corrospum
    La Galletita de Corrospum
  • 14 abr 2021
  • 5 Min. de lectura

Hay cosas que uno nunca quisiera escuchar, menos cuando es pequeño, siempre he sido de esas personas que tienen la mala suerte de escuchar todo lo que no "quisieran", porque bueno al final todos son libres de decirle lo que quieran a quien se le dé la gana.

Siempre he tenido que quedarme callada, aun así, algo me pareciera injusto o malo. Siempre me han callado con gritos, con golpes.

Tengo muchos malos recuerdos atorados en la garganta, pero ¿quién no?


Recuerdo que cuando era pequeña me despertaba en la oscuridad y muchas veces no entendía dónde estaba mi mama, no entendía porque me dejaba, en la noche cuando todo esta oscuro y no había nadie a mi lado que me protegiera de la inmensa oscuridad de la habitación. Recuerdo haber salido de mi cama y recorrer la gran casa donde vivía, sentir el frió en mis pies descalzos, bajar las gradas, que en ese momento eran enormes, y llegar al largo pasillo que llevaba a la calle. Llegar a la puerta y sentir miedo. Lo peor fue cuando viajamos y desperté en la noche y pille a mi mama salir, recuerdo que llore muy fuerte para que no me dejara, que no se vaya, pero se fue, supongo que ella ni lo recuerda, posiblemente, fue hace más de 15 años. Supongo que por eso siempre que se va siento que mi alma se destroza.

Se preguntan dónde estaba mi papa, pues estaban de moda los padres separados y los míos no fueron la excepción. Así que él era papa de día, como en ese momento trate de entenderlo; aunque debo admitir que cuando me sentía sola de niña, hasta cierta edad, él era la única persona que pensaba que jamás me haría daño.


Empecé a crecer, tuve un hermano, pensé que no volvería a estar sola ¿sabes? Pero no fue así, desaparecí, como suele pasar con los hermanos mayores, era diferente, yo ya era “grande” con tan solo 6 años y él era pequeño, hasta ahora, yo soy la grande, aunque él ya sea mayor de edad. El merecía los dulces, los juguetes, la ropa, etc.

Lo odie, no lo negare, luego fui “más grande” y comprendí que no era su culpa, él no les decía a los adultos que era “pequeño” al contrario, él quería ser como yo, grande, que lo dejen hacer las cosas que yo podía. Como manejar bicicleta y esas cosas de “grandes”.

Termino esa etapa, ambos crecimos, muy diferentes pero muy parecidos a la vez. Aun así, luego de que mi nana se fue, porque bueno en ese momento ella estaba siempre, nos quedamos los dos y mi mama. Nos unimos, ya que mi mama no estaba todo el tiempo, y ahora puedo decir al menos que él es mi compañero incondicional, al menos por ahora, aunque nos peleemos por quien usa el baño primero, o esas cosas.


Siempre me entere de todo desde pequeña, siempre mi papa me decía que era mejor que seamos claros, que él sabía que yo era lo suficientemente madura para entender algunas cosas, pues no lo era. Me hizo heridas enormes, curaron. Pero son cicatrices que a veces aparecen. Todos las tenemos, a veces los padres se equivocan. Él siempre me dijo las cosas a la cara y muy directamente, hay cosas que jamás saco de mi mente y me atormentan durante la noche, como que no era lo suficientemente delgada, como que nunca seria primero en su vida, que debía entender que él no podía estar conmigo, porque podía molestar a su nueva familia o que siempre resulte ser un gasto para su vida.

Supongo que son cosas que pasan, he tenido la oportunidad de hablar con amigos y muchos tienen historias similares, supongo que a los padres de la época los programaron con el mismo chip de estupidez. Pero sé que el no quiso que sintiera todo lo que sentí. También sé que él no sabe esto y que si lo lee probablemente estalle en llanto, pero lo siento pa, no tengo la fuerza de decirlo con palabras, ya sabes sin escribirlas. Probablemente me acobardaría porque me rompe el alma hacerle daño a un ser que amo tanto. Ahora lo veo en perspectiva, todo eso me causo complejos e inseguridades, tantas, que aún no puedo abrazarlo como quisiera. Me asusta que me rechace, así que me protegí bajo muchas capas; estoy segura que si le preguntan él diría algo como que soy algo fría, pero no lo soy, si le preguntan a mi madre ella les dirá que soy mucho amor, abrazos y besos. Pero bueno, lo siento papa, si lees esto algún día…


Como decía, siempre he sido muy mala suerte, he escuchado cosas que no debía, mentiras y esas cosas de parte de la familia que tanto amas.

Un día hable con mi mama, que me sentía infeliz, no sé porque, supongo que creí que ella podría entender que tengo mucho dolor dentro. Pero creo que falle en hablar, soy pésima en eso. Y ella sintió que la culpe, de mi falta de valor. Haciendo un paréntesis, para ponerlos en contexto, siempre he sido una hija modelo, buenas notas, primeros puestos, sin decir nada, haciendo todo lo que me decían que debía hacer, hasta hace unos años. Que ya no podía vivir a merced de otros. Porque bueno, no me gustaba nada, no hacía algo que me gustara, no era feliz, sentía mucha frustración, pero si decía algo, no solo sería una decepción, sería un gasto de nuevo. Una tonta. No estaría valorando el esfuerzo que hacían para que yo estudie, coma, etc. Y mira cuanta gente no tiene esa suerte.

Ella me dijo que se sentía tan culpable que a veces quería matarse; y volví a escuchar algo que no quería, no se imaginan (o tal vez sí) el hoyo gigante que se formó en mi pecho y bueno en realidad creo que es mejor que muera yo.

Sabes al final, no tengo nada aun, ella ya tiene una familia, un trabajo, razones sabes, razones por las que te asusta subirte a la montaña rusa, razones por las que asusta no estar más. Pero pensándolo a fondo, yo aún no tengo nada. No tengo un engendro que me necesite y sé que mi coneja estaría bien sin mí. Luego de meditar mi muerte por 2 horas, imaginando como cortaría mi cuello con el cutter de cuchilla negra con el que cortaba los cartones cuando hacia mis maquetas de la U; y decidí pues que no puedo morir, me da miedo como miércoles.

Entonces me senté y me puse mis audífonos y lloré, lloré por una hora o tal vez menos, pero lo sentí como una semana.


Esto que escribo hoy es mi catarsis. Es mi punto final a estos malos recuerdos. Que no quiero que vuelvan a destruirme.


Porque la verdad es que los amo. Y los perdono.

 
 
 

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