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Entrelazados

  • Foto del escritor: La Galletita de Corrospum
    La Galletita de Corrospum
  • 14 may 2019
  • 2 Min. de lectura

Tal vez fui muy exagerada al decir que estoy rota y que nada volvería a llenar mi vacío. Que las lágrimas no pararían y que no me imaginaba en otros brazos, con otros besos. Que nadie volvería a hacerme tan feliz como lo hiciste y que te fuiste, pero que nunca dejaría de esperar que vuelvas.

Exageré.

Tan solo se trata de romper lazos; las cosas son así, hay lazos que aguantan estirones por mucho tiempo o para siempre y existen los que se quiebran, algunos tan frágiles que no queda rastro de que existieron y otros que, al quebrarse con tanta dificultad se percibe claramente la brecha que crearon, los hilos que cayeron al ser cortados y que nadie tuvo tiempo de recoger.


Existen infinidad de lazos y mil maneras de descifrarlos; cada lazo tiene un significado diferente para cada individuo y cada lazo puede ser cortado y enredado; no hay barreras ni límites, tan solo dos seres que se cruzaron en fronteras desconocidas; dos universos tan distintos que al encontrarse son capaces de crear estaciones en un suspiro, destruirlo todo o simplemente no ser nada. Esto ocurre a cada momento, con cada mirada, con cada saludo y con cada sonrisa.

A veces dedicamos demasiado tiempo a desenredar lazos y "reparar" los lazos desgastados, por decepciones, por tristezas; porque ese es para mí el mayor factor de desgaste, cuando solo quedan unos cuantos hilos en el lazo, como una soga a punto de romperse; perdemos tanto, amarrándolos tercamente solamente porque no podemos aceptar que estos ya han sido rotos; e ignoramos que tenemos algún otro lazo entrelazándose, algunos de oro y no de seda.

Esta semana mi mente divago, pensé demasiado en los lazos; la fragilidad de algunos y la maleabilidad de otros. A menudo me preocupan mis lazos, ser buena amiga. Ser buena humana. Pero llegó un momento en el que note que debía dejar de amarrar lazos ya rotos, que no existen y de cierta manera al hacerlo, me inundo tranquilidad y sonreí. También vi los lazos realmente fuertes, los que si importan; los que no se debilitaron ni tenían rasguños a pesar del tiempo. De esos que te dicen tu serás único para mí en el mundo y yo seré única para ti en el mundo”, lazos tan singulares.

Porque cuando encuentras algo tan especial, singular y puro; el lazo no desaparece, por más que tires de él; porque la gente buena no deja cicatrices, ni marcas vergonzosas y mucho menos cortan lazos con grandes navajas; sino que, dejan huellas, recubren los lazos con confianza; y estos no se lastiman, sino que se vuelven duraderos y excepcionales.


En fin, lo que trato de decir, es que en realidad no importa la cantidad de lazos, ni el tiempo, sino lo especial que puede ser; puedes tener millones de lazos, frágiles, pero ninguno resistente, con ganas de ser duradero. Y créeme esos lazos se romperán o peor aun, serán cortados de la forma mas cruel e inesperada. Necesitas lazos fuertes, que ni tus miedos puedan romper. Reales.

 
 
 

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