Máscaras
- La Galletita de Corrospum
- 8 feb 2020
- 3 Min. de lectura
- “No”; exclamó con rudeza, jamás lo haré, no importa lo que quieras, ni lo que intentes.
Al oír esas palabras, muchas preguntas aparecieron en mi mente, no sabía si debía quedarme donde estaba, o debía huir. Había prometido que no me iría, pero los colores cada vez se veían más grises y, al fin y al cabo, nunca nadie me enseñó a quedarme.
Mi cabeza empezó a retumbar, mi semblante fuerte y sereno se empezó a derrumbar, caía como una máscara hecha de cristal, que al tocar el suelo se quebró; y vi como los pedazos ensuciaban la habitación y mis ojos empezaban a mojarse, eran lágrimas, mi rostro se encontraba bañado en agua salada sabor a mí; no lo había notado, pero algunos cristales se encontraban encajados en mi piel, el agua salada se entremezclo con sangre y entendí que me rompí.
Era tan frágil ahora, todo el tiempo estaba hipervigilante, a la defensiva, ansiosa por resguardarme y mantenerme protegida; es miedo. Había estado tan triste por tanto tiempo que la mínima tristeza encendía ese trauma, ese botón, ese miedo. Me protegí hiriendo sentimientos, soltando a personas que necesitaban de mi ayuda, quebrando corazones. Me rompí yo sola y rompí a los que me rodeaban. A veces olvido que estamos acostumbrados a responder la ira, con más ira. Y lo entiendo, las personas nos dejamos llevar, reaccionamos, sacrificamos la comunicación y la confianza. No sabemos comprobar el sabor de las palabras antes de soltarlas, así estas sean ácidas o amargas.
Me di cuenta que, si mi/tu estado de ánimo dependía tanto de otros, de unas palabras, de una noticia, de personas, ese dejaría de ser mío/tuyo. Y nos rompemos.
Al final, no me dolió el "no", era su decisión, nada sobre la frase de inicio estuvo mal, la que estaba mal, era yo.
Viví enmascarada y detrás de mi careta de cristal, había una tormenta. Me di cuenta de que seguía creando expectativas, de que seguía equivocándome, intentando de controlar todo intentando ser perfecta, cuando obviamente nadie lo es. De que seguía buscando algo o alguien que me hiciera sentir segura, calentita y amada, durante cada momento. Alguien que se quede y no se vaya, que me quiera de verdad. Pero había bastantes errores en esa frase, desde el “buscando”, hasta el “no se vaya”, porque nadie debe buscar amor, ni impedir que alguien se vaya si quiera irse, que, si alguien se va, tampoco significa que no te quiere.
Debajo de mi hermosa mascara de cristal, se ocultaba mi expresión de tristeza, de carencia. Y es así, todos tenemos máscaras y supongo que eso nos hace un poco más interesantes. Tenemos historias escondidas debajo, ocultas, para que cuando se caiga un pedazo de corazón, nadie lo note.
Pero poco a poco, esta mascara que oculta nuestros miedos, se cae, y cualquier cosa por más insignificante que sea, nos pone en alerta, y todos reaccionamos diferente. Algunos, pensamos en huir, otros simplemente lo confrontan y otros no hacen nada. Pero es realmente absurdo, porque, aunque esta mascara dejara de ser de cristal, para volverse hierro y tapar nuestros miedos; al final descubrirías que no era más que un montón de papel aluminio, frágil.
El miedo, es válido, es algo que sentimos, nuestra reacción a la realidad; y si, para vencerlo debemos expresarlo, quitarnos la máscara, enfrentarlo, descubrir el porqué del miedo y usarlo a nuestro favor; hagámoslo.
Al final, te aseguro, que todos tenemos miedo.
Comments