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Te invito a sentir

  • Foto del escritor: La Galletita de Corrospum
    La Galletita de Corrospum
  • 6 jun 2020
  • 3 Min. de lectura

Y bueno, seguimos encerrados, en realidad ya me acostumbré, ¿ustedes no? Ya no siento la ansiedad inicial y ya ni si quiera me molestan mis horarios desordenados, por lo visto no soy la única y al final siempre encuentras alguien igual de desordenado en el whatsapp para tener una conversación semi-inteligente a las 3 am.

Estos días encerrada, lejos de mis amigos, me han permitido conocerme más y si, dicen que nunca terminas de conocer a una persona, pues actualizando la información, tampoco terminas de conocerte a ti mismo. Me he dado cuenta que quiero hacer muchas cosas y que este tiempo no está perdido, que lo podemos aprovechar, desde casa, hasta empecé a verle lo positivo, aprendiendo sola en mi casa, sin que me molesten, con música… no suena tan mal si lo dibujamos en ese panorama, al final depende de nosotros pintar nuestro panorama, así darle color y dejar los grises para después.


Bueno dejando mi monologo de cómo me va en la cuarentena, pasemos a lo que quiero tocar, quería hablar acerca de las emociones, estas emociones suelen desencadenar reacciones en nuestro entorno, además de en nuestro cuerpo. Y no voy a darles los tips para ejercitar sus habilidades emocionales, ni mucho menos. Soy una persona que, si bien ha aprendido a lidiar con algún tipo de emociones, otras desencadenan en mi ansiedad, lo que conlleva, tensión en el cuello, dolor muscular, insomnio, etc.

Si me preguntas ¿Cómo evitamos esta ansiedad, depresión, angustia, dolor en el pecho, etc? Te diré simplemente, no sientas. Pero eso no es posible querido lector/a, todos tendemos a sentir, más algunas cosas que otras, yo por ejemplo he aprendido a lidiar con muchas emociones, pero eso no significa que no las sienta, sino que mi cuerpo sabe cómo responder a ellas, sabe evitar los malos pensamientos -o lo intenta-, para así poder ser más seria, calmada al momento de lidiar con una emoción fuerte.

Estuve pensando en las emociones fuertes estos días, analizando personas, observando. Llegue a la conclusión de que la mayoría odia enfrentarse a un sentimiento fuerte, una emoción que desencadene reacciones, las “evitan”, pero, también les encanta, les encanta sentir, porque al sentir se sienten vivos. Soy ejemplo de esto, lidio con mi ansiedad día a día, pero busco sentirme triste, porque siento que en esos momentos estoy más inspirada a dibujar o escribir. Suena algo loco y verdaderamente absurdo, pero solemos ser así.

Y bueno, es que eso es parte de vivir, disfrutar las emociones con todos los sentidos, obviamente no te estoy diciendo que si tienes depresión debes ahogarte en el pozo de la desesperanza. Me refiero a que, aunque sepas que algo malo puede pasar, no debes dejar de pasar los buenos momentos viviendo con miedo. No debes desperdiciar oportunidades o vivencias, porque no se repetirán de nuevo. Yo por ejemplo he vivido rodeada de arrepentimientos mucho tiempo, por no haber hecho cosas que realmente me hubiera gustado experimentar, sentir, por no incomodar a mi entorno. Pero realmente es para eso la vida, para sentir, para reírte, llorar, gritar. Para caerte, sacarte la m*erda y volverte a levantar. El tiempo pasa y si no decides hacerlo, tal vez mañana sea muy tarde, aunque suene a cliché.


No dejes de sentir, a veces es bueno dejar de ser tan racional, tan cerrado en tu mundo y abrir los ojos y mirar todo el panorama que te estás perdiendo. Cuando quieres hacer algo, hazlo sin miedo, sin miedo del que dirán, sin miedo del fracaso, sin miedo de ti mismo, porque lo que más acompleja somos nosotros mismos.


Y bueno, eso es todo amigos, al menos por hoy!

 
 
 

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